Hace ya 3 años que la historia del niño mago culminó con el séptimo libro. Ahora le toca el turno a las películas y los videojuegos basados en ellas. En las Reliquias de la Muerte Parte I asistimos a un mundo que ha sido invadido por los Mortífagos tras el alzamiento de Lord Voldemort. El Ministerio de Magia es confeso seguidor de las ideas del mago oscuro y ningún lugar es seguro para Harry Potter y sus defensores. Esto nos sitúa en un continuo juego del gato y el ratón en el que Harry, Hermione y Ron están en busca y captura a la vez que tratan de dar con los Horrocruxes creados por Quien-tú-ya-sabes.
Metal Gear Potter
Costaba mucho imaginarse cómo podría trasladarse este giro argumental al videojuego y la verdad es que se ha conseguido recrear la sensación de persecución y de búsqueda. Para ello se ha dado carpetazo a todo lo visto en entregas anteriores y se ha cambiado el sistema de juego. Atrás dejamos aquellos sandbox que tenían como escenario Hogwarts y sus alrededores que llegaron a encumbrar la saga. Ahora nos encontramos con una combinación de juego de acción en tercera persona y de infiltración. Y es que ahora nos dedicaremos a luchar contra enemigos parapetándonos tras los elementos del escenario en un manido sistema de coberturas y disparando hechizos como quien porta en sus manos una AK-47.
En el resto de las fases nos ocultaremos bajo la capa de invisibilidad y trataremos de infiltrarnos, con muchas penurias, en la guarida de nuestros enemigos. En algunas ocasiones, las menos, nos sorprenderán con alguna variación en la jugabilidad (es divertida la lucha a lomos de la moto de Hagrid al inicio del juego), pero prácticamente repetiremos una y otra vez las mismas acciones. El principal problema es que todas estas magníficas ideas han sido ejecutadas de forma deficiente, haciéndose patente desde el primer momento que el juego ha salido al mercado sin terminar, bien por las prisas para salir junto a la película o porque las ventas ya estaban aseguradas (o una combinación de ambas).
Para empezar se hace patente que la cámara es mala. Se ha tratado de emular el tipo de “cámara al hombro” que tan bien funcionó en Resident Evil 4, pero con resultados mucho peores. El ángulo es incómodo, con un personaje principal que nos tapa la visión en la mayoría de los momentos y que se maneja con dificultad y a trompicones. A su vez, el movimiento del personaje es frustrante ya que en algunos espacios no se puede correr y se mueve de forma excesivamente lenta, lo que hace de las misiones algo tedioso y que no invita a recorrer los escenarios para buscar los coleccionables.
Todo esto sin contar con el pésimo control, con un puntero que se atasca (dificultando mucho el giro) y con un personaje que se queda enganchado en objetos invisibles. Incluso hemos llegado a quedarnos congelados en plena acción, lo que nos ha obligado a apagar la consola. Las fases de infiltración no son mucho mejores. La lentitud y al mal control hacen que vigilar nuestras espaldas sea una tarea ardua que delatará nuestra posición al chocar contra personajes que aparecen de la nada o que hemos sido imposibles de ver. El sistema elegido tampoco es entretenido. Contamos con un medidor que determina cuán cerca estamos de ser descubiertos. Este medidor se desgasta a medida que caminamos o si sospechan de nosotros, y se recarga cuando estamos lo suficientemente lejos de todo peligro. Pero se recarga a una velocidad inexplicablemente lenta, obligándonos a estar parados durante unos cuantos aburridos segundos durante más veces de las que nos gustaría.
Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte (Parte I)