La cinta ahonda en unos personajes que, si bien resultan un poco planos, no necesitan mucho más para lanzar una retahíla de gags tanto físicos como verbales, donde quizá se eche un poco en falta un poco de profundidad en el propio mundo donde sitúan la acción.
Los actores, sin embargo, logran con solvencia ser creíbles. Especial mención a Michelle Rodriguez y Chris Pine, quienes se echan la cinta a la espalda. Quizá su mayor condena sea esta concepción que tenemos hoy en día de lo audiovisual que tiende a serializar y buscar franquicia, porque si que se nota que la intención es que, de funcionar, se puedan ir haciendo nuevas películas regularmente, basadas en este universo tan querido por sus fans.
Ante la pregunta de si necesitamos conocer el mundo de D&D para entender la película la respuesta es muy sencilla. La cinta se puede disfrutar sin tener demasiada idea, pero es cierto que está plagada de guiños a todos los niveles. Los jugadores de rol, de videojuegos basados en el sistema y de todo lo audiovisual hecho previamente con la franquicia van a disfrutar un poquito más de la función. Todo está plagado de guiños que no molestan, sin buscar el momento “Ah si, esto lo he entendido”. Introducidos de manera inteligente y sin molestar.
Los efectos especiales cumplen, sin ser lo más puntero que se ha visto en cine en los últimos años, pero es cierto que todas las criaturas y hechizos son reconocibles para ojos roleros. Sin necesidad de mencionar el nombre del hechizo (esto no es Harry Potter) podremos distinguir magia de animación, relámpagos en cadena, levitaciones… eso, junto a una fauna lo suficientemente rica gracias al enorme bestiario con el que cuenta la franquicia completan un marco ideal para que esta compañía de antihéroes se luzca.
Porque la fuerza de la película reside ahí, el elenco logra que sin una historia demasiado potente tu atención esté centrada en sus preocupaciones que, aunque básicas, nos llevará al crío que tenemos dentro en esta montaña rusa que proponen John Francis Daley y Jonathan Goldstein.
Conclusión
Dungeon & Dragons: Honor entre Ladrones es un buen primer acercamiento si no conoces o quieres adentrarte más en el sistema de reglas más jugado del mundo. Es una declaración de intenciones que, de recibir el respaldo del público, nace con la intención de ser una nueva franquicia cinematográfica.
En Paramount saben que tienen un buen producto, divertido, entretenido y sólido, pero no todos esos productos logran llegar a convertirse en esas grandes franquicias, habrá que esperar y aún es pronto para juzgar.
La historia, como hemos dicho, no es una trama sesuda con importantes giros de guion que nos romperán la cabeza. Es una aventura que empieza y acaba. Un viaje del héroe arquetípico que busca sembrar un camino que poco a poco va recogiendo mientras tú te lo pasas bien sentado en tu butaca.
Los personajes tienen una química especial en pantalla que hace que ningún miembro de la compañía sobre y, salvo la excepción de los personajes de Michelle Rodriguez y Chris Pine, que cargan con toda la narración, nadie destaca sobre otro, siendo una cinta muy coral en sus secundarios, donde todos tienen sus momentos de gloria.
El pase del que disfrutamos fue doblado al castellano y, francamente quitando una escena donde intervienen influencers (y se nota el bajón de calidad en la interpretación) la película es muy disfrutable en su versión doblada.
Lo que está claro es que es la partida de rol que jamás jugaste, esa que, vista desde fuera, resulta una aventura apasionante, divertida y llena de fantasía. No, no es una película perfecta, pero desde luego si entras en el juego la vas a disfrutar sin necesidad de dados de por medio.