Lo que siguió fue una autopromoción de Windows Media Center y su conexión con la Xbox, que nos dejó con ganas de tener un ordenador con el nuevo sistema operativo para set-top boxes de Microsoft para poder jugar con él. Desde la Xbox 360 se conectó al media center y puso televisión, sintonizó radio, vimos programas grabados (la alternativa en directo era el Programa de Ana Rosa)… Vamos, que desde la consola se puede controlar por completo el ordenador remoto y usarlo como si estuviéramos delante. También se conectó a ese ordenador como si fuera un XP normal y corriente para demostrarnos que puede reproducir MP3 y ver fotos de nuestros ordenadores de casa sin ningún tipo de problemas. De hecho, incluso durante una partida de Project Gotham Racing 3, fue capaz de reproducir música del ordenador remoto como banda sonora del juego mientras corrÃa por las calles de Las Vegas.
Tras un ligero refrigerio (vamos, que nos pusimos ciegos de canapés) volvimos a la sala para ver lo que de verdad todo el mundo esperaba: los juegos.
El primero que puso fue el Project Gotham Racing 3. Lo primero tengo que aclarar una cosa: soy fan de PGR2, de hecho aun juego en Live! (me podéis añadir, mi usuario es KaTXi). Lo segundo: La mecánica del PGR 3 parece calcada del 2. Dicho esto: EL JUEGO ES FLIPANTE. Los gráficos hay que verlos para creerlos, en serio, cualquier video que os bajéis de Internet, aunque sea a máxima resolución, no hará justicia. Esas luces, esos coches, esos escenarios, ese público renderizado en tiempo real (vamos, que hasta si te chocas en una valla la gente que está del otro lado se asusta y se aparta)… La caña. Si a todo esto añadimos que hay extras como un modo foto que permite parar el juego en cualquier momento para capturar una imagen, dándonos libertad para movernos por el escenario, y luego retocarla adecuadamente con un montón de efectos, tenemos el juego perfecto para hacer demos a los colegas. El juego en si se resume fácil: si te gustó el 2 no te lo puedes perder, es la misma mecánica pero con unos gráficos que no parecen de verdad de lo reales que son (aunque parezca un contrasentido).
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