Layle, Portador del Cristal. Antaño fueron héroes que eran elegidos por los pueblos para ir a recoger el maná que les permitiría restaurar el poder de los cristales y evitar el miasma mortal. Hoy esas palabras han cambiado su significado. Son tratados como apestados, seres con poderes mágicos que llevan en la piel la marca del cristal y a quienes se les tiene prohibido hacer uso de sus habilidades. Nuestro protagonista es un clavate que se gana la vida a modo de mercenario, cumpliendo trabajos sucios aquí y allá en compañía de un viejo amigo selki, Keiss.
En un mundo donde el miasma ya no supone un peligro y en el que la revolución industrial ha dado paso a enormes máquinas, los fragmentos de cristal son utilizados como combustible para éstas y las razas han visto cómo, mil años después, la confraternización de aquellas Caravanas del Cristal ha desaparecido. Pero la estabilidad se ve truncada en el momento en que un yuko, un ser de una raza que se daba por exterminada, decide robar los cristales que daban energía al símbolo de poder del reino lilti, la nave Alexis.
El poder del cristal
Sin duda alguna en Square-Enix han dedicado tiempo a crear un motor gráfico sólido y a diseñar un mundo creíble, que sea capaz de transmitirnos sin palabras la historia de las diferentes razas y la evolución que han ido sufriendo. Ya desde el principio de la historia podemos ver los buenos modelados de los personajes principales, con un diseño propio y muy detallados –destaca sobretodo el gran detalle en las ropas de Layle, el protagonista-. Los personajes que aparecen por los escenarios y que no tienen un papel trascendental en la historia cuentan con modelados mucho más pobres, aunque sí que se ha tratado de cuidar las animaciones ya que son personajes que reaccionarán a los diferentes estímulos de formas muy diversas. Pero tampoco destacan en su variedad, puesto que nos encontraremos a muchas personas clónicas en los escenarios.
Es importante destacar el enorme papel que desempeñan los escenarios en el juego, puesto que son el eje principal en un mundo abierto como el de este juego. No sólo nos encontramos con escenarios de todo tipo, sino que muchos de ellos presentan grandes zonas abiertas y amplias donde podremos comprobar el amplio campo de visión que presenta el motor gráfico. Aunque esta amplitud del campo de visión en ocasiones provoca ciertas ralentizaciones en el juego, prácticamente localizadas en las estaciones de tren donde los largos andenes rectos permiten ver el mapa en la lejanía. Además los escenarios cuentan con un trabajo de diseño impresionante. Ya no sólo por las diferentes localizaciones que visitemos y el cuidado puesto en la ambientación sino que la arquitectura y el arte de las diferentes estructuras sorprenden por su cuidado y permitirán crear la sensación de que realmente estamos ante unas razas poderosas con una cultura muy rica.
Pero no todo son flores. A pesar de que las ciudades están llenas de personas con diferentes estados de ánimo y que reaccionarán a las diferentes situaciones que ocurran a su alrededor, no conseguimos ver las ciudades como algo vivo. No podremos relacionarnos apenas con nadie, sólo con aquellos que tengan alguna misión o información para nosotros, por lo que en el conjunto, el realismo que da la construcción de los escenarios se contrapone a lo artificial de las personas.
Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Bearers